Me encontré sus ojos almendrados
y fueron como un dulce hechizo
conversamos, en silencio, callados,
pensándote aún me ruborizo
De ellos emanaban una luz radiante
que borraban todos los paisajes
y me amarraban cual imán desafiante
esclavizándome bajo sus garras salvajes
Estaba encadenado a tu ser sin grilletes
volando y surcando los cielos sin alas
era como cerrar los ojos y dejar que me aprietes
cuerpo con cuerpo sin ninguna palabra
Rozar tus gruesos labios con suavidad
sentir tu rítmico y sutil aliento
y entregarte mi alma en la privacidad
acariciando con delicadeza cada uno de tus fragmentos
Jugar con tu liso y negro cabello
embriagarme con su limpio aroma
mientras contemplo la desnudez de tu cuerpo bello
hasta sentir que tanto placer me abruma
Cuando todo me pareció un frío sueño
y mi corazón palpitaba acelerado
tus brazos se hicieron mis dueños
y lo nuestro un acto real de dos enamorados
Mª Ángeles Morales Vega
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